Este mes he hecho un cambio drástico en mi mapa emocional.
He pasado de buscar paisajes abiertos, a fijarme en aquellos espacios más pequeños que hacen especial nuestro día a día.
Y es que a veces, no hay tiempo para viajar, pero el alma del aventurero escritor nunca se detiene.
Por eso, uno debe arriesgarse y explorar hasta encontrar esas rutas creativas. Incluso en tu propia ciudad.
Cuaderno de rutas, octubre 2017.
Existen lugares especiales a nuestro alrededor, aunque solemos quitarles el valor que se merecen. Pero, ¿acaso no son precisamente estos los que nos sacan una sonrisa en nuestra vida diaria?
¡Te daré algunos ejemplos!
Los bares son lugares donde fluyen todo tipo de energías especiales. Y cuando te acompaña un buen café, ¡es todavía mejor!. Los detalles son importantes, hacen que todo resulte más atractivo.
Por eso, aprende a apreciar ese momento.
Disfruta de ese café con leche espumosa, deliciosa nata y rica canela espolvoreada. Solo queda que te relajes y disfrutes.
¡Ah! Y mira a tu alrededor. El cruce de historias que pasarán ante tus ojos es todo un aliciente que te inspirará.
Por mi trabajo, viajo bastante en tren.
5 días a la semana X 2 viajes al día de ida y vuelta X 40 minutos de trayecto.
Y este tiempo da para mucho si sabes exprimirlo al máximo.
Abre tu libreta, ten preparada la playlist de temas que activan tus sentidos, que los paisajes se crucen en tu camino… ¡y déjate llevar!
Y si todo se tuerce y el día es caótico, uno debe buscar el lugar y el momento idóneo que active ese instante creativo. A veces está al alcance de la mano: una sala diáfana, una mesa frente a una ventana , y el silencio como acompañante.
¡No necesitas nada más!