Y seguimos con la sección que empecé hace unos meses en mi Instagram (@maitemosconi) llamada #Microrrelatos: reels de relatos breves donde os cuento una emoción, un pasado, un cuento.
Gracias a todos los que participáis y que me ayudáis a construir estas pequeñas historias.
Con vuestra ayuda, esta iniciativa se han convertido en un proyecto muy especial.
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Tenía las manos llenas de sangre y no tenía ni idea de por qué.
Pero entonces, horrorizada, empezó a recordar…
Porque su boca, su boca sabía a hierro. Y esa sangre se podía limpiar con agua, mas la mancha del recuerdo era imposible de borrar.
Un sollozo a sus espaldas le indicó que no estaba sola. Su perfume reemplazó el hedor y, al mirar por encima de su hombro, el corazón casi le da un vuelco.
¡No lo podía creer! Esa bestia de pelaje negro que había descuartizado con sus garras y colmillos a sus agresores, era la que casi la mata a ella también.
Era él: Erick, el joven taciturno del que secretamente había estado enamorada, del que siempre sospechó que guardaba un secreto, pero del que jamás se le ocurrió que sería algo como aquello.
Ahora, medio escondida detrás de los escombros, sobrepasada por la realidad que atravesaba, cayó al suelo, desmayada.
Cuando más tarde se despertó, él ya no estaba, se había marchado. Pero era perfectamente consciente de lo que había pasado… Y su transformación se desencadenó después de la salida de la luna, sin que pudiera evitarlo.
¿Cómo habían llegado a eso?
Observó a su alrededor: todos habían caído, a pesar de sus esfuerzos.
La última melliza había desaparecido, ya no había demonios que acabaran con su pueblo. Tanta guerra los había vuelto despiadados y se había convertido en su propia amenaza.
Lo peor era que tenía que acabar con la tarea que él había empezado y se le heló la sangre al darse cuenta de que no había vuelta atrás. ¡Ya no podía dudar!
Había llegado su hora…
Sus manos desnudas, temblaron al intentar abrir la tapa del ataúd, incapaces de aceptar su final. La sangre que fluía de su herida mortal, dejó marcas de su desesperación en la madera.
Le costó continuar, le faltaba valor, pero tenía que meterse dentro.
Se lesionó en vano y lloró.
El sudor de su tremendo esfuerzo se mezcló con la sangre de sus manos, que la ensuciaba hasta los codos. Agotada, miró el desastre, las sangre, las tripas…
Pero el sacrificio tenía su recompensa, recordó para tranquilizarse, intentando dibujar una sonrisa; solo había que ser paciente.
Pues, al final, la receta familiar de morcillas siempre quedaba perfecta…
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Colaboradores: @almostel, @anuchianuchi, @peparianxo, @nereaaraujoautora, @noleejackson, @toniaddls, @tolgalen, @persefone008, @yoselyn6920, @carolmargall.
Es un honor leer mi nombre y un placer leerte. Millones de gracias.
Gracias a vosotros por participar. Me alegra mucho que te guste. 🙂
🙂
Lo ameeee!!!! Me encantó!!!!
Es un gran honor y una gigantesca emoción haber colaborado y ver mi nombre ahí (mi pseudónimo).
Mil gracias!!!! 💕💕💕💕
¡Es posible gracias a vosotros! 🙂
Que gusto participar en tan buen relato. Eres esplendida. Besos.
¡Muchísimas gracias! Me alegra que te haya gustado. 🙂
Me entusiasma
pero no me atrevo.
Para la próxima
Es cuestión de probar. ¡Ánimo! 🙂