Sé que llego tarde para el tema Roald Dahl. Pero es que me gusta que pase un tiempo, antes de opinar. Eso me da una visión más comprensiva y amable de los acontecimientos.
Es una de las pequeñas lecciones que me ha regalado la vida. La de no permitir que me arrastre la ola. Tomar perspectiva. Reflexionar, sin hacerle caso a los aullidos, a las quejas. Así me creo una opinión propia.
Va en contra de la jauría que existe en redes sociales. Del comentario troll. De la crítica gratuita. Últimamente, conforme pasan los días, me asombra comprobar cómo se lapida el arte o el trabajo de un artista. Parece que la humanidad se deja influenciar por lo que está de ferviente actualidad o, al menos, es la sensación que tengo. Aunque tampoco voy a ser de las que generalicen y diga que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Se ha puesto de moda el prejuzgar antes de visualizar el contenido, antes de conocer el producto o la experiencia de vida, el equipaje vital que arrastra el creador o creadora. Sus intenciones.
Pero es que, si analizáramos a todos los creadores que han existido a lo largo de la historia, encontraríamos mil y un pecados por los que los deberíamos crucificarlos.
Somos esclavos del contexto personal y cultural en el que vivimos, y eso se transmite en nuestras obras. Los miedos, las costumbres, el sufrimiento, el dolor se reflejan en ellas. ¡O nada de eso! O simplemente nos atrevemos a narrar historias sobre el amor, la amistad, la vida, sin ningún tipo de pretensión más que el de entretener.
Esta humilde escritora no puede tener la misma visión que la de su padre o la de su abuela. Ni quiere. Ni debe. Porque las circunstancias tampoco son las mismas. Y me niego a creer que la persona que nos lee no sea capaz de discernir y apreciar esos matices. Porque creo en la madurez y en la reflexión del consumidor, en que es lo suficientemente listo como para decir: «Vale, esto era así, pero ahora, voy a hacer todo lo posible por cambiarlo».
Esa es la magia del arte: la de comprenderla, disfrutarla y mejorarla.
Porque a lo mejor soy una ingenua, pero quiero pensar que, si dentro de doscientos años, alguien me lee, esa persona va a ser capaz de distinguir en mis libros a la mujer que estuvo luchando por abrirse camino en un mundo duro y complicado. Que van a valorar ese presente, el de dentro de doscientos años y lo que se ha ganado, al leer sobre nuestro esfuerzo, gracias a las lecturas, no solo mías, si no también de mis predecesoras y compañeras, a pesar del contexto que nos ha tocado vivir.
Porque tengamos una cosa muy clara: si no conocemos nuestra historia, estamos condenados a reproducir los errores de antaño.
Por eso, no deseo borrar palabras o frases de las obras de otros autores. Me niego a encubrir o a edulcorar los pecados que nos hicieron llegar hasta aquí. Prefiero que me lo cuenten, tal como ellos lo han vivido o se lo han imaginado, para que, así, yo pueda mejorarlo. Porque los libros, la música, el arte en general, a pesar del tiempo transcurrido, tienen el poder de contárnoslo.
Para que, en el futuro, sepan que, al igual que ellos, somos humanos y nos equivocamos. Para que sepan qué hacer, para no dejarse vencer y para que no vuelvan a cometer los mismos errores que han marcado nuestro pasado.
Maite, has abierto la caja de los truenos y el eterno dilema de separar la obra del artista, algo que cuesta muchísimo ya que al final cada obra es un reflejo en cierto sentido de cada autor, y este al mismo tiempo es hijo de su época. Quizás el problema sea más general, el de vivir en una sociedad que se atreve a juzgar con la superioridad moral que le da considerarse más “evolucionados” a otras épocas y obras hijas de su época. Quizás es que aquello que se dice de “ponerse en los zapatos de otro” no solo se aplica a personas que conoces, si no a otras épocas y obras. Quizás es que no hemos aprendido a ver y analizar el pasado y sus obras con la perspectiva suficiente para poder entenderlo en el contexto de su situación y poder aprender de lo que se puede mejorar, y por qué no, de lo que se puede recuperar si hace falta.
La obra de un autor debe respetarse tal como es, sin cambiarla, analizarla como es y se concibió, que sea el lector, espectador, …, etc, el que ante la obra sepa ponerla en el contexto de la situación de esa obra. Modificar y alterar la obra es una falta de respeto y consideración al autor original como a la persona que la ve, lee, escucha, …, ya que le estás privando de poder estar con esa obra tal como el autor la concibió. ¿A alguien se le ocurriría blanquear el Mein Kampf de Hitler?, no, es necesario leerlo tal como es originalmente para poder aprender y no volver a equivocarnos.
Lo que ha pasado con Roald Dahl no es nuevo y corremos el peligro de llegar a que clásicos de la literatura como los cuentos de Perrault, de los hermanos Grimm, sean completamente desconocidos y en su lugar tenemos la versión edulcorada disneyzada que todo el mundo conoce, pero se han perdido la esencia de los relatos originales que son lecciones de vida.
El problema, es grave, muy grave (en mi humilde opinión) ya que corremos el riesgo de que cada obra se adapte al pensamiento social-político de la época perdiéndose por el camino la visión de un autor y de su época. ¿alguién se imagina lo que sería una obra como la de Quevedo “Gracias y desgracias del ojo del culo” modificada y pervertida para adaptarse al buenrollismo actual?.
Cada obra es como es y como se crea y así debería quedar para siempre, y que cada generación delante de ella , sepa ponerla en perspectiva, sea hoy, o dentro de 500 años.
Por cierto, este debate sobre la modificación de la obra de Roald Dahl tiene también un debate secundario muy interesante cara el futuro. Para los que somos usuarios de e-readers surge el debate de si realmente lo que compras es tuyo, un libro físico sabes que es tuyo, un ebook ya no lo es, vas tan tranquilo a Amazon (o cualquier otra tienda) compras un ebook, y pasado un tiempo como han decidido que van a modificar la obra para adaptarla a los “nuevos tiempos” lo que tú compraste ya no vale, lo has perdido, en su lugar tienes la nueva versión “adaptada”. Has pagado por la versión original del autor y pasado un tiempo lo que obtienes es otra cosa. Pero bueno, eso es otro debate.
¡Muchísimas gracias por tu reflexión!
Tu respuesta me ha hecho pensar y eso también es importante…
¡Muchísimas gracias por tu reflexión! Pues sí, este tema plantea otros muchos y muy interesantes que creo nos deben hacer reflexionar y hacer conscientes de hacia donde nos dirigimos y qué buscamos.
Gracias por tu respuesta, pues me ha hecho pensar y eso me gusta,
¡Un abrazo!
Maite
Es muy complicado no dejarse llevar por las opiniones que llueven desde todos lados.
Son muchas, nada ingenuas y nos suelen tomar por sorpresa.
Seguí siendo como sos.
Lo demás, es lo de menos
Un abrazo desde el fin del mundo
Maite
Es muy complicado no dejarse llevar por las opiniones que llueven desde todos lados.
Son muchas, nada ingenuas y nos suelen tomar por sorpresa.
Seguí siendo como sos.
Lo demás, es lo de menos
Un abrazo desde el fin del mundo
Manuel
Muchísimas gracias, Manuel, por leerme y participar. Me alegra ver que en la web compartimos debates y puntos de vista distintos, con tranquilidad. 🙂
Gracias por esta reflexión, Maite. Un abrazo.
Gracias a vosotros por leerme. 🙂